martes, 19 de agosto de 2014

EL DIARIO DE FER CAPITULO 20



CAPITULO 20
“UN HERMOSO AMANECER”
Después de haberle dicho que lo quería, que mi piel se estremecía cada vez que estaba cerca, que mi corazón latía aceleradamente solo con escuchar su nombre, me miro, tomo mi mano, no me importo estar rodeado de personas, que nos vieran, esa noche solo era de los dos y no importaba nada ni nadie más.
Sonrió y dijo; por más que he querido negar esto, no he podido, hace tiempo que no estábamos tan cerca,  solo miraba que estabas bien a lado de tu novio, tal vez estarías mejor con él, pero por dentro te extrañaba, mi corazón te pertenece solo a ti, no te puedo mentir más, ni a mí mismo, Fer te amo.

Quede totalmente helado, mi boca se movía tratando de decir alguna palabra que mi mente no procesaba, había soñado tanto con este momento que ahora no sabía cómo reaccionar.
−no tengo novio, Erick solo es mi amigo, no te puedo negar que trate de darle una oportunidad, pero no quería hacerlo sufrir, solo te esperaba a ti, pero no estaba seguro de como tomarías esto.
−Fer, yo te ofrezco mi cariño, pero tienes que saber que aún no estoy preparado para dar el siguiente paso, venir hasta aquí, hacer esto, me llevo mucho tiempo…
Apreté su mano y lo interrumpí diciendo; yo no te voy a pedir que hagas algo que no estás dispuesto a hacer.
−quiero estar contigo, pero dame tiempo para decidir cómo sobre llevar esto, mira aun no puedo terminar con mi actual novia.
−ahh mira que bien−la idea no me pareció en lo absoluto.
−solo dame tiempo, veraz que te recompensare por todo.
 Aunque ser el segundo plato no me gustaba y no creo que haya alguien a quien sí, deseaba con toda mi alma estar a su lado fuera como fuera. La cena termino, salimos a la calle, caminamos por la acera, quería tomar su mano pero me preocupaba el rechazo de la estúpida sociedad.
−quisiera que esta noche durara más−le dije.
−puede tardar todo lo que tú quieras−dijo mientras me tomaba ligeramente de la cintura.
Unas cuadras antes de llegar a mi casa menciono un lugar que estaba de moda, al cual me quería invitar después, tendríamos que viajar a otra ciudad que estaba a unos kilómetros, se me ocurrió que tal vez podríamos ir esa noche, pero si llegaba a mi casa ya no me dejarían salir así que el pediría permiso por mí, claro con una que otra mentira.
−hola, buenas noches, doñita soy Raúl.
−hijo, que gusto ¿cómo estás?−contesto mi mama.
−bien, es que… estoy con Fer y llamaba para pedirle permiso de que se quedara a dormir en mi casa.
−está castigado, pero por ser tú, está bien, me gusta que salga con alguien más, no solo con ese amigo que tiene que ya no quiere salir de la casa.
−jajaja gracias, yo se lo cuido, bye.
Sonrió diciendo; dice que sí.
−lo sabía, mi mama te ama−conteste riendo.
No estaba acostumbrado a mentirles a mis papas pero esta era una ocasión especial, no podía ocultar mis nervios pero arriba del camión que salía a media noche con destino a la ciudad siguiente, sentados juntos, en la oscuridad, abrazados, con mi cabeza recargada en su hombro, todo lo demás que nos rodeaba, empezó a importarme cada vez menos.
Una hora después, llegamos, tomamos un taxi y nos dirigimos al destino planeado, era el lugar con el mejor ambiente de la zona, en ese lugar nadie nos conocía así que podíamos ser quien en realidad éramos, desde la entrada tomo mi mano, a las personas no parecía importarles que dos chicos se demostraran su amor, así que eso nos dio un poco de libertad que tanto decimábamos.


Caminamos juntos hacia la barra y pedimos un trago cada uno, al cual le siguieron seis más, quienes me dieron valor para hacer lo que deseaba cada vez que lo tenía cerca; darle un beso.
Me hacer que a él, con mi mano izquierda acaricie lentamente su mejilla y con la derecha sostenía mi copa, mis labios tocaron los suyos por primera vez.
La noche había avanzado con rapidez, en unas horas amanecería, estábamos agotados, con sueño, algo adormitados llegamos hasta un motel donde rentamos un cuarto, llegamos y nos tiramos sobre la cama.
La mañana siguiente el sol entraba sobre las cortinas blancas de la pequeña ventana a nuestra izquierda, Raúl detrás de mí, su pierna sobre la mía, amanecimos abrazados, nunca había pensado que este día llegaría.



Capitulo Anterior                                                                         Capitulo Siguiente

3 comentarios: