CAPITULO
17
“LA
FIESTA”
Llegue a España con ganas de ver a Erick quería
contarle todas las cosas grandiosas que hice en México, pero tenía que esperar
hasta el día siguiente, mis papas estaban emocionados con mi regreso, así que
me dormí hasta tarde platicando con ellos.
Al día siguiente, lo primero que hice fue tomar
el celular y llamarle, unas cuantas horas pasaron para que llegara corriendo a
mi casa, al parecer también me extrañaba, a pesar de que empezamos un poco mal,
entre nosotros se había formado una bonita amistad.
Comenze
a mostrarle las fotos, mientras le contaba la historia detrás de cada una; −sí que te la pasaste bien− dijo, de repente
apareció una foto de Alonso que traía una dedicatoria, comencé a leer;
−con cariño Alonso−mientras una sonrisa se dibujó
en mi rostro.
−ya veo que no perdiste el tiempo en tu viaje –
comento Erick.
−es mi primo, debió haberme pasado esa foto sin
que me diera cuenta.
−pues que sexi tu primo y ¿que se supone que
trata de insinuar dejándote una foto en poca ropa?
Desde que éramos amigos, habíamos prometido no
guardarnos secretos, así que decidí contarle todo lo que había pasado entre
nosotros, el quedo impactado, yo era un chico muy tímido así que nunca pensó
que pudiera llegar a hacer todo eso.
Pasamos el día juntos, encerrados en mi cuarto,
saliendo ocasionalmente para comer u otra cosa, charlamos por horas, casi hasta
el anochecer cuando se tuvo que ir, aunque al otro día nos veríamos en la
escuela de nuevo.
Amaneció, Papa me llevo en su auto a clases, moría por ver a Raúl de nuevo, a pesar de
tratar de estar alejado lo más posible de él, me conformaba con verlo, aunque
sea de lejos.
Algunas cosas habían cambiado, María José, estaba
en otro salón, Raúl se juntaba más con Cristian, al parecer ya eran muy buenos
amigos, me había sustituido rápidamente, ese día uno de mis compañeros de
clases tenia organizada una fiesta de regreso a clases a la cual todos
estábamos invitados, Erick tomo nuestras entradas para irnos juntos.
Había
extrañado tanto a Raúl, me sentía tan solo, me parecía ser incapaz se querer a
otra persona mientras lo tuviera cerca, se había metido tan adentro de mi
corazón que no hay nadie como el que pueda hacer que todo esto que siento
cambie.
No quitaba mi vista de él y podía sentir la suya
sobre mí, la clase me pareció extrañamente corta, las horas avanzaros tan
rápido, sin que ninguno de los dos cruzáramos ni una sola palabra.
La noche callo, el cielo lleno de estrellas yo
vestido casual listo para la fiesta sentado fuera de mi casa esperando que
pasaran por mí. Unos cuantos minutos de soledad después por fin llego Erick;
−te ves espectacular esta noche−dijo mientras me
saludaba con un beso en la mejilla.
−gracias−conteste sonrojado−pero sabes que no me
gusta que me beses, mis papas podrían vernos.
−claro, lo olvide, ¿listo para irnos?
Caminamos juntos, hasta llegar a la casa, la
música se escuchaba a una cuadra de distancia, entramos, estaba un poco oscuro,
el anfitrión salió a recibirnos;
−pensé que ya no vendrían, eran los únicos que
faltaban, bienvenidos, podrán encontrar algo de tomar de aquel lado y si más
tarde se les antoja otra cosa, subiendo las escaleras están los cuartos
pillines…
−vale, gracias−conteste un poco sacado de onda−
¿acaso insinuó que me andas tirando?
−eso creo−contesto Erick mientras se reía.
La noche avanzo, las botellas fueron acabando una
a una, la sala de aquella pequeña casa estaba convertida en un verdadero antro,
no me había divertido tanto desde hace mucho tiempo.
Baile como nunca aunque más tarde ya no aguantara
los pies así que decidí irme a sentar afuera de la casa para que me diera el
aire, no podía llegar en ese estado de ebriedad a mi casa, mis papas me
matarían, antes de salir busque a Erick que había ido por algo de beber pero no
lo encontré.
Salí y me quede solo sobre la banqueta, todo me
daba vueltas, tenía ganas de vomitar, creo que me había excedido con el alcohol.
−hola ¿estás bien?− una voz detrás de mí que se
me hacía muy conocida, sin voltear conteste.
−sí, solo estoy tomando algo de aire.
Entonces, camino hacia mi lado y se sentó, era
Raúl, mi corazón empezó a latir, sentía que se saldría de mi pecho.
−hola Raúl−dije mientras trataba de levantarme.
− ¿podemos platicar? O me vas a dejar solo otra
vez.
−no, está bien.
−dime, porque lo haces, porque me evitas, ¿te
hice algo? Si es así perdóname.
No sabía que contestarle, el alcohol me daba el
valor para confesarle mi amor, pero aun así no era suficiente.
−no es eso, simplemente… −interrumpió y dijo− es
el verdad, tu noviecito te prohibió que me hablaras.
− ¿Cuál novio? Estás loco−conteste rápidamente.
−me vas a negar que entre tú y el estúpido de
Erick ahí algo.
−sabes que déjame en paz− me levante.
−Fer, espera−mientras me tomaba del brazo, lo
voltee a ver y le dije que me soltara, lo hizo, seguí caminando hacia dentro de
la fiesta, encontré a Erick y le dije que nos fuéramos.
− ¿Qué te pasa? Te noto como enojado, paso algo
en la fiesta que no me hayas contado−dijo mientras caminábamos de regreso a
casa.
−no, todo está bien− conteste, era la primera vez
que le escondía algo, pero no estaba seguro si aquello había sido una escena de
celos impulsada por el alcohol o un reclamo provocado por el mismo.
Aquella noche por más que trataba de conciliar el
sueño no lo lograba, tuve en mis manos la oportunidad de decirle a Raúl todo lo
que sentía por él y la desperdicie, tal vez era mejor así.
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